El pensador defiende la
'loterocracia' y el 'terror democrático' y critica el cinismo ecológico de
Europa y la hipocresía con los refugiados
MIGUEL LORENCI Viernes, 30
junio 2017, 10:18
La cabeza de Slavoj Zizek
(Liubliana, 1949) es un volcán. Su mente funciona a la velocidad de la luz.
Como Los Ramones encadenaban sus temas, este pensador esloveno, iconoclasta y
un poco punki, anuda provocadoras ideas en un torbellino difícil de seguir y
digerir. Hiperactivo, frenéticamente locuaz, cargado de tics, en su inglés
chistoso de intenso acento eslavo diagnostica los males y los desafíos de la
sociedad conectada.
Salta de los videojuegos al
hipercontrol de Google, Amazon o Facebook. De 'Los juegos del hambre' a la
novela negra de Vázquez Montalbán o Camilleri. Del capitalismo digital a los
riesgos de la selección genética, «de la que surgirá una nueva esclavitud».
Acuña conceptos como «terror democrático» o «estalinismo consumista» que marcan
la pauta del nuevo y desconcertante mundo «que la tecnología está cambiando y
en el que hemos de redefinir la esencia del ser humano».
Critica Zizek con la misma
pasión la hipocresía buenista de los europeos ante la grave crisis de los
refugiados o su cinismo ecológico «mandando su basura nuclear fuera de las
fronteras Schegen». Defiende la 'loterocracia' apoyada en la combinación del
azar y el control popular como elemento vertebrador de un nuevo «socialismo
burocrático» que dé cabida al «terror democrático» en el «que debe operar el
control entre iguales». De formación lacaniana, marxista convencido, Zizek es
el filósofo de moda. Sus osadas tesis seducen a los jóvenes europeos, en
especial a los de izquierda, subsección 'podemita' en España y 'syrizita' en
Grecia.
Al contrario que sus elegantes
«amigos» Varoufakis y Assange, viste una desastrada camiseta y vaqueros. En sus
charlas, como la que dio el miércoles en Madrid, las colas parecen las de un
concierto de Lady Gaga. En ellas defiende Zizek un chocante concepto de
«burocracia necesaria para un nuevo orden democrático» que mezcla «estalinismo
y azar». «Para que el socialismo burocrático funcione ha de tener algo que
podríamos llamar 'loterocracia' que ya practicaban los griegos eligiendo por
sorteo a algunos cargos públicos, como se eligen los jurados».
«La forma de control es el
terror democrático, un poder popular real que no te paralice, pero que te haga
temeroso de tus iguales, porque la burocracia, como sabía Stalin, funciona
mejor si se siente aterrorizada», asegura en una charla con periodistas en el
Museo Reina Sofía, donde pronunciará hoy una conferencia sobre las muertes y
resurrecciones del fascismo que titula 'Lecciones del airepocalipsis'.
Consumida media hora, respondía aún a la primera cuestión. Antes había pedido
que las preguntas no incluyeran las palabras 'Brexit', Le Pen, Macron y Trump
«porque resulta muy aburrido».
China y Rusia anticipan el
futuro que nos acecha, el «estalinismo consumista» y el nuevo «capitalismo
digital» en el que Mark Zuckerberg y Elon Musk, los fundadores de Faceboock,
PayPal y Tesla, «son mucho más peligrosos que Trump».
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